Con 77 años comandó su avión monomotor desde Uruguay hasta Estados Unidos

Tiempo de lectura: 3 minutos
Leer con precaución, artículo no actualizado.
El 17 de julio de 2015 tendrá una entrada especial en el libro de vuelo de Leonel Dominguez, registrará su arribo al aeropuerto “más congestionado del planeta” el Wittman Regional, donde cada año más de 10.000 aeronaves de todo tipo y tamaño confluyen de todas partes del mundo para celebrar durante una semana la EAA AirVenture Oshkosh. No es una novedad que un avión recorra los más de 10.500 que separan Montevideo con Oshkosh, tampoco es novedad que la tripulación haya estado compuesta únicamente por dos pilotos, pero lograrlo en una aeronave que tiene un alcance de 900 km, levemente preparada para soportar condiciones atmosféricas adversas y sin motores de respaldo para cruzar la selva amazónica o el mar caribe es un gran logro.
En una etapa de la formación de los pilotos, el encuentro anual de Oshkosh se convierte en un sueño, una fantasía, un objetivo con características de amor platónico. Por eso, cuando un colega lo alcanza, renace la esperanza de toda la Comunidad y la pasión por el vuelo nos ayuda a separarnos un poquito del suelo y soñar.

A través del grupo de Facebook llamado Uruguay También Vuela, hemos podido acompañar a la distancia el progreso del viaje, así como conocer los lugares que fueron visitando. Del mismo modo, lo hicimos con otro piloto uruguayo Leonardo Correa Luna residente en Estados Unidos que junto a su pequeña hija de 4 años arribó a Oskosh luego de cruzar el país desde California.

El viaje comenzó a preparase hace unos 9 meses, luego de completar una travesía al sur de Argentina. Durante ese período se renovó por completo el motor del Cessna 182 P matriculado CX-BHM y se planificó meticulosamente la ruta y sus posibles variables, recurriendo a la ayuda de los también pilotos Juan Plateiro y Marcelo Rodriguez que cuentan con experiencia en vuelos de ferry de aeronaves compradas en USA. Para la logística de los tramos en Brasil se contó con el aporte voluntario de varios pilotos brasileros que previeron cada detalle de la operación.

Para esta aventura el destino puso en el camino de Leonel a José Luis Amicone, un capitán retirado de la Fuerza Aérea Uruguaya que se sumó como compañero de viaje y copiloto.

Los organizadores del festival recomiendan que los pilotos que no tienen suficiente experiencia y gran dominio de las comunicaciones aeronáuticas, utilicen aeródromos cercanos y arriben a la fiesta por vía terrestre debido a lo complejo del tráfico aéreo en el lugar. Nuestros compatriotas dedicaron largas jornadas de entrenamiento utilizando entre otras ayudas el simulador y lograron arribar previo a la inauguración oficial para evitar el momento más crítico.

En 12 días y 18 etapas, volaron 56 horas para cruzar el continente y armar su carpa azul bajo el ala izquierda del bravo hotel mike.

Lo demás está por venir, encontrarse allí con otros colegas Uruguayos que llegarán en clase turista en un gran avión de aerolínea, disfrutar de la fiesta y comenzar el vuelo de regreso, tomándose el tiempo necesario para disfrutar de cada uno de los puntos del viaje (Guyana Francesa, Guyana Inglesa, Beef Island, Rep. Dominicana, Providenciales, Bahamas y Brasil)

Leonel, junto a su compañero habitual de vuelos Guillermo Peña y su aeronave es por lejos el embajador de la aviación civil uruguaya en la región, participando año tras año de numerosos festivales y raids en Argentina, Brasil y Chile, lo cual no solo le ha permitido entablar amistad con pilotos de la región, sino ganar invalorable experiencia volando en distintos climas y entornos naturales.

Volar fue su respuesta para afrontar la pérdida de su esposa en el año 2003 y fue el recordado biplano de Puritas su bautismo de vuelo. Comenzó su curso de piloto privado a los 65 años y no ha dejado de volar.
Es una de esas personas que defiende y enaltece el espíritu aeronáutico y con las que siempre es grato conversar, aprender y compartir anécdotas. Con este viaje podemos imaginarnos lo enriquecedoras que serán las próximas charlas de Hangar.

registro del vuelo

Tags:
,
Martín Filippi
[email protected]

Me gusta volar, me gusta su ciencia, la historia de los hombres y mujeres que hicieron realidad lo que parecía imposible. Me gusta lo que la experiencia o el anhelo del vuelo tiene el potencial de modificar en nuestra percepción de la realidad, de los límites, de los desafíos. Dedico una parte importante de mi tiempo libre a impulsar este proyecto, con la visión de que si nos lo proponemos, podemos desencadenar un cambio semejante en aquellos que todavía creen que para volar hacen falta alas.

¿Cuál es tu opinión sobre este artículo?

Publicá tu comentario

WhatsApp chat